El problema de las emociones
La sociedad se ha estado destruyendo por la primacía de las emociones sobre el criterio. Como se ha confundido educación institucional (escuela, colegio, universidad) con formación, es que se llega a enseñar a odiar en instituciones mal llamadas educativas. Por ejemplo, como hacen las madrasas islamistas (me refiero a las radicales, no olviden que una cosa son los musulmanes y otra los islamistas radicales). Que las emociones pueden ser un gran problema lo sabían los antiguos. Cicerón, por ejemplo, nos advertía de lo grave que era que primaran las emociones sobre cualquier razonabilidad.

No se trata solo de fanáticos religiosos, también de fanáticos laicos, como los que promueven seguir ciegamente a líderes de todo tipo en lugar de respetar el imperio de la ley justa (cosa sobre la cual por cierto nos había advertido Aristóteles, ver mi video sobre el tema). También se enseña el odio contra los que piensan distinto en centros mal llamados académicos, donde se promueven visiones únicas de la sociedad y ejercen incluso violencia con las más variadas excusas que solo son signos de intolerancia (vea el caso del profesor Brett Weinstein en el Evergreen State College de Estados Unidos, que no es sino un síntoma de lo que sucede en los campus de ese país), que han llegado incluso a espacios como ferias del libro (en la Feria del Libro de Guadalajara de 2019 hubo quema de libros con apoyo de los organizadores). Estas formas de odio también deben ser denunciadas.
Hay que enseñar a tener criterio más que promover emociones, como sostengo en mi libro La tragedia de la sociedad sin criterio. Solo así las discusiones se abordarán en una perspectiva racional y habrá realmente sociedad. Ya Platón lo sostuvo señalando que toda opinión debe estar bien formada, o al menos precedida de toda la ciencia posible.

Desde antiguo, también se sabe que un individuo que no controla sus impulsos es un candidato al desastre.

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